Sólo por gracia: ¡Nuestro Departamento!

A los que conocen la ciudad de La Paz saben que la zona “Los Pinos” no es céntrica.
Por eso cuando decidimos arrendar un departamento precisamente allí sorprendió a muchos
,

pero la verdad es que detrás de esta decisión está la mano de nuestro Señor.
Cuando regresamos de Chile gozamos de la hospitalidad de mi tía quien nos hospedó en su casa; pero no podíamos quedarnos ahí para siempre así que emprendimos la búsqueda de un arriendo cerca a la congregación (en las zonas de Sopocachi o San Pedro). Fueron días muy estresantes y de intensa búsqueda a través del internet, los “clasificados” en los periódicos y anuncios en las casas comerciales. Todas las puertas se cerraban y grandes dificultades surgían desde arriendos muy caros hasta excusas por parte de los propietarios.
Luego de todo un mes de búsqueda y afanes y estando al borde del plazo para nuestro traslado decidimos en oración no preocuparnos más, si el Señor quería que nos traslademos Él habría de proveer el lugar.
Entonces recibimos el llamado de una señora cuyo departamento habíamos visto y descartado por las siguientes razones: (1) Era lejos, (2) La garantía que pedían era muy elevada y (3) ya una pareja había pagado el adelanto.
Pero ella había reconocido a la mamá de Carlita como una amistad de años atrás y llamó para saludarle y preguntarle si no deseábamos arrendar su departamento. Le contestamos nuestras razones para no arrendar su departamento, a lo que ella nos contestó que le gustaría mucho que nosotros vivamos en su departamento por ser conocidos y porque le habíamos caído bien (¡). Al día siguiente ella nos volvió a llamar diciéndonos que habían devuelto el adelanto a la pareja y que estaba dispuesta a aceptar lo que pudiéramos pagarle como garantía.
¡Finalmente el departamento nos buscó a nosotros!
Lo entendimos como una clara respuesta a nuestra oración y así nos trasladamos un domingo lluvioso luego del culto y con la ayuda de nuestros amigos de la iglesia.
Ahora disfrutamos mucho de un lugar amplio, soleado, en un barrio tranquilo y aunque sea considerado “lejano” no se compara con las distancias que tuvimos que recorrer diariamente cuando vivíamos en Santiago. ¡Gracias a Dios por este lugar!